“Y si Cristo no resucitó, el mensaje que predicamos no vale para nada, ni vale para nada la fe que ustedes tienen.” (1 Cor 15:14).  La resurrección de Jesús de la muerte es la promesa fundamental de Dios. Dios es un Dios de promesas. Dios le prometió a Abraham una gran nación. Le prometió a Moisés una tierra que manara leche y miel. A través de los Profetas, El prometió justicia y misericordia. Jesús prometió un reino de vida eterna, de paz y de eterna gloria. Pero para poder llegar a la resurrección, Jesús tuvo que soportar su pasión y muerte. Este es el Misterio Pascual – La pasión, muerte y resurrección de Jesús, que nos libera del pecado y abre para nosotros la vida eterna.

¿Qué significa esto para nosotros? Siendo que Jesús se hizo humano mientras que mantuvo su divinidad, tuvo en si el poder en su propia persona de elevar a la humanidad desde la obscuridad del pecado hacia la luz de la vida. San Agustín escribió una frase muy célebre, “El que nos creó sin nuestra ayuda no nos salvará sin nuestro consentimiento.” Aun así, mientras el Misterio Pascual abre para nosotros el perdón de nuestros pecados y una vida eterna, para poder obtener beneficio de ello, debemos “caminar en la fe” y seguir a Cristo. Y si lo seguimos, Él dice “toma tu cruz.”

Cada uno de nosotros llevamos nuestras cruces en la vida. Cruces de cada día y muy pesadas. Muchos llevan el peso de una enfermedad, cuidando a alguien quien aman, o quizás trabajando mucho para poder sostener a la familia, y así hay muchas más cruces, grandes y pequeñas. Aun así, no las cargamos solos. Jesús prometió que estaría con nosotros hasta el fin de los tiempos. María, San José, Santa Clara, los ángeles y los santos nos ayudan también. La comunidad cristiana nos yudamos rezando amorosamente unos por otros.

En estas Pascuas de Resurrección, caminemos en la fe, siguiendo a Jesús, y gozando de las maravillas que El prometió y que se cumplen, ¡La resurrección!

Obispo Oscar Cantú