Diocese Statement on the Supreme Court Decision to Block Cancellation of DACA Program

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June 18, 2020

The Diocese of San José applauds today’s U.S. Supreme Court ruling, which rejects the administration’s decision to cancel the federal DACA program. The program provides work authorizations and legal protections to 650,000 people brought to the U.S. as children and often know America as their only home.

The Catholic Church has long watched with pride and admiration as DACA youth live out their daily lives with hope and a determination to flourish and contribute to society: continuing to work and provide for their families, continuing to serve in the military, and continuing to receive an education.

DACA youth are woven into the fabric of our country and of our Church, and are, by every social and human measure, American youth.

The Diocese of San José will continue to support and advocate for the needs of immigrants, and specifically the DACA youth.  “We are with you,” says Bishop Cantu, “and accompany you in this fight for dignity and stability.”

We call upon Congress to pass laws that protect these young people, many for whom the United States is the only place they have ever known.

We also ask Congress to enact comprehensive immigration reform, to fix the broken immigration system and, in so doing, to place the unification of families as a priority.

For more information and resources on DACA, visit: https://justiceforimmigrants.org/what-we-are-working-on/immigration/daca-resource-page/

Diócesis de San José podrán reanudar las Misas públicas al aire libre a partir del lunes, 15 de junio de 2020

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5 de Junio de 2020

Estimado Clero, Religiosos, y Fieles Laicos de la Diócesis de San José,

La pandemia de coronavirus, en muchos sentidos, ha sido devastadora. Muchos hemos perdido a seres queridos y a vecinos, millones han perdido su empleo y su sustento, y muchos de nosotros vivimos con el miedo de ser infectados por este virus mortal.

Debido a nuestra preocupación por la vida y el bienestar de todas las personas, especialmente por los más vulnerables a este virus, suspendimos las Misas públicas a partir de mediados de marzo. A lo largo de este tiempo, hemos tenido dos objetivos: la seguridad y el bienestar de todos, especialmente los ancianos y los de salud delicada, y el continuo alimento espiritual de los fieles. Aunque seguimos en contacto con nuestros fieles de manera segura y distante, todos deseamos celebrar juntos nuevamente en persona.

Después de consultarlo y alcanzar un consenso entre nuestros parrocos y el Consejo de Sacerdotes, las parroquias y templos de la Diócesis de San José podrán reanudar las Misas públicas al aire libre a partir del lunes, 15 de junio de 2020.

Seguiremos las instrucciones de los Oficiales de Salud Pública del Condado de Santa Clara, quienes en este momento permiten el culto al aire libre en grupos de no más de 25 personas. Insistiremos que todas las personas mayores de seis años que asistan a estas celebraciones usen máscaras, practiquen distanciamiento físico de seis pies entre personas que no sean familiares, y desinfecten sus manos al entrar al espacio de adoración e inmediatamente antes de recibir la Comunión.

Es esencial que nuestras Misas públicas no sean la causa de nuevos brotes de infección, por lo que insistiremos en estas medidas de seguridad. Si la tasa de infección y las hospitalizaciones no aumentan, podemos esperar que las limitaciones se modifiquen a su debido tiempo.

Pido a los fieles que sigan las instrucciones específicas de su parroquia con respecto a los horarios de misas y cómo participar en las liturgias en persona. La dispensación de la obligación de asistir a la Misa Dominical sigue vigente para todos los Católicos de la Diócesis de San José hasta nuevo aviso. Las parroquias continuarán transmitiendo misas en vivo.

Oremos el uno por el otro. Practiquemos la caridad unos con otros. Y practiquemos la responsabilidad moral por la seguridad de los demás, especialmente los más vulnerables.

Su servidor en Cristo,

+Oscar Cantú

 

Una Carta A Los Feligreses En la Ocasión de Mi Primer Año Como Obispo de San José Por el Obispo Oscar Cantú

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“Jesús le tendió la mano, y lo sostuvo.”

Una Carta A Los Feligreses En la Ocasión de
Mi Primer Año Como Obispo de San José
Por el Obispo Oscar Cantú

A La Gente Querida de la Diócesis de San José (Obispos Jubilados, Sacerdotes, Diáconos, Religiosas y Religiosos, Líderes Laicos, Parroquianos):

“Ven, le dijo Jesús. Y Pedro, bajando de la barca, comenzó a caminar sobre el agua en dirección a él. Pero, al ver la violencia del viento, tuvo miedo, y como empezaba a hundirse, gritó: ¡Señor, sálvame! En seguida, Jesús le tendió la mano y lo sostuvo, mientras le decía: ¡Hombre de poca fe! ¿Por qué dudaste?: (Mt. 14:29-32)
El 1o de mayo marcará un año en la Diócesis desde que el Papa Francisco aceptó la jubilación del Obispo P.J. McGrath, y que lo sucedí como el Obispo de San José. Yo había servido de Obispo Coadjutor de San José desde el verano anterior, lo cual me sirvió como introducción a la Diócesis, mientras trabajaba de cerca con el Obispo McGrath por varios meses.

Los últimos dos años han tenido sus desafíos. Sin embargo, al navegar las aguas turbulentas, siempre he sentido sus oraciones y su apoyo, los cuales me han sostenido en los momentos más difíciles y se los agradezco profundamente. Las Escrituras nos dicen que en los tiempos más desafiantes Dios se acerca más a su pueblo. Esta ha sido mi experiencia en los últimos dos años.

Llegué a San José en septiembre del 2018, mientras que el país y el mundo se tambaleaban por el “verano de la vergüenza”, el escándalo por el comportamiento abusivo del (ex cardenal) Theodore McCarrick y otros sacerdotes nombrados en el Informe del Gran Jurado de Pensilvania. El Obispo McGrath decidió tener audiencias para escuchar a la comunidad. Sentimos profundamente la ira justificada que expresaron las víctimas de abuso sexual del clero. Estaba aturdido, profundamente entristecido, e incluso dudé de mi propia capacidad para navegar la Iglesia local en medio de la tormenta de ira y decepción. Me sentí como Pedro hundiéndose en las aguas de un mar turbulento. De repente, sentí la mano segura del Señor que me levantaba, fortaleciéndome y asegurándome su sustento a lo largo del viaje. También sentí sus oraciones y apoyo, por lo cual estoy agradecido.

Ni un mes después de mi llegada a San José, el Obispo McGrath, por desgracia, se lastimó en una caída. Su recuperación (incluyendo una cirugía) tardaría meses, acelerando así mi introducción a la Diócesis y su liderazgo. A través de estos desafíos, la gracia de Dios continuó sosteniéndome, y nuevamente, sentí sus oraciones, apoyo y aliento.

Al prepararme para asumir el gobierno de la Diócesis en mayo, reuní un nuevo equipo de liderazgo para que sirviera como junta consultiva y para que me ayudara a tomar decisiones operativas por el bien de nuestra gente. Conocer el estilo personal de trabajo de cada uno llevaría tiempo, al igual que determinar las necesidades de la Cancillería y la Diócesis. Contratamos una empresa de consultoría para que nos ayudara a evaluar las oportunidades en toda la Diócesis y determinar dónde enfocar nuestra energía y nuestros recursos. Este proceso involucró a muchas personas en toda la Diócesis y resultó útil para aclarar la dirección de la Cancillería.
A principios de este año, mi viaje a Roma, junto con los obispos de nuestra región, para la visita ad limina con el Papa Francisco, fue a la vez memorable y alentadora. Aunque mi equipaje no llegó a Roma hasta unos días después, la visita al Papa Francisco fue oportuna, sustantiva y motivo de esperanza. Nos escuchó atentamente, respondió cuidadosamente y nos expresó su gratitud por confiar en Jesús durante tiempos tumultuosos.

Luego llegó el Coronavirus, ¡y todo cambió! Nuestro personal de la Cancillería, pastores, directores y personal de las parroquias y las escuelas respondieron a la crisis con destreza y firme determinación. Al principio, nuestra meta era mantener a las personas seguras, especialmente las más vulnerables. En segundo lugar, adaptamos nuestro trabajo con los feligreses y estudiantes con medidas de seguridad. Nuestras escuelas se adaptaron, esencialmente durante un fin de semana, adoptando el aprendizaje a distancia. Nuestros pastores y el personal de las parroquias aprendieron rápidamente cómo transmitir misas y devociones en vivo y llevar a cabo en línea la formación de fe, retiros y reuniones. Algunas parroquias comenzaron campañas telefónicas para comunicarse con los feligreses, mientras que otras ofrecieron recursos para la oración y el tiempo en familia en casa. Nuestro Instituto de Liderazgo Ministerial (ILM) continuó sus clases para adultos, ofreciendo sesiones en línea. Con una fuerte disminución en los ingresos en toda la Diócesis, y para asegurar nuestros ministerios esenciales, hemos tenido que tomar decisiones difíciles para reducir los gastos en toda la Diócesis. A través de todo, sigo sintiendo sus oraciones, apoyo y aliento mientras oramos por el fin de esta pandemia y por todos los afectados por esta crisis.

Hace dos meses, fui a mi retiro anual con los obispos del norte de California. Fue un retiro silencioso – y el primer retiro silencioso que había experimentado en muchos años. ¡Era justo lo que necesitaba! Pasar el tiempo reflexionando sobre mi propia vida, mis prioridades, mis preocupaciones e inquietudes, con la oportunidad de volver a priorizar las cosas en un contexto de oración fue muy refrescante. Sentí la mano fuerte y segura del Señor extendiéndome la mano y sosteniéndome. No sospechaba que dos semanas después de ese retiro, enfrentaría la complicada decisión de suspender las Misas públicas en nuestra diócesis. El Señor nos fortalece a su manera para las luchas que enfrentaremos- si sólo confiamos en Él.

Al marcar un año desde que el Señor me convocó a caminar hacia Él en servicio de ustedes, el pueblo de San José, juntos reconocemos que el Señor nos sostiene en tiempos turbulentos. Llamemos a Cristo, y él responderá: “Jesús le tendió la mano, y lo sostuvo”.

Su servidor en Cristo,

+Oscar Cantú

Decreto March 6, 2020

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DECRETO

6 de marzo, 2020

Como Obispo de la Diócesis de San José, he tenido en cuenta las recomendaciones del Departamento de Salud del Condado de Santa Clara con respecto a las personas con mayor riesgo de exposición al coronavirus, también conocido como COVID-19.

En vista de la delicada situación a la que nos enfrentamos en este momento, dispenso a las personas que caen en las categorías de mayor riesgo de asistir a la Santa Misa.

Estas categorías incluirían personas mayores de 50 años, aquellas con situaciones de salud que incluyen enfermedades cardiovasculares, diabetes, cáncer, enfermedades cardíacas o enfermedades pulmonares crónicas como la COPD, así como aquellas con sistemas inmunes severamente debilitados.

Sigamos observando las precauciones prescritas por nuestro departamento de salud pública para protegernos a nosotros mismos y a nuestros hermanos y hermanas.

Sigamos también orando por el descanso de las almas de los que han fallecido por causa de esta enfermedad, por la pronta recuperación de los enfermos, y por la protección de todos nuestros trabajadores de la salud. Esperamos y rezamos para que nuestros profesionales médicos puedan encontrar una solución para curar esta enfermedad.

Monseñor Oscar Cantú, Obispo de San José

 

Mensaje de Navidad de Obispo Cantú

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Diciembre de 2019

El Misterio Navideño: ‘La Palabra se hizo Carne y puso su Morada entre nosotros.’(Jn 1:14)

Una vez escuché a un sacerdote a quien respetaba profundamente decir algo sobre la Navidad que me preocupó. Él dijo que la Navidad era más para niños, mientras que la Pascua era realmente para los adultos. Esta declaración me incomodó, por que a pesar de que el misterio navideño es más fácilmente accessible a los niños de lo que podría ser el misterio de la Pascua, la Navidad no es superficial ni superflua. Por el contrario, el misterio navideño es profundamente penetrante ya que proporciona la base para comprender el significado clave del misterio de la Pascua.

El Catecismo de la Iglesia Católica cita la conmovedora expresión de San Atanasio: ‘el Hijo de Dios se hizo hombre para que podamos ser Dios’ (CCC 460). Esto a veces se conoce como el ‘gran intercambio’: Dios entra en la condición humana para transformarlo, sanarlo y elevarlo, para que la humanidad pueda disfrutar de la comunión con Dios. De hecho, no hay nada superficial o superfluo en ese aspecto del misterio Cristiano. Este es el profundo significado de la celebración Navideña: Dios entra en nuestro mundo, nuestra humanidad, para que podamos entrar en su mundo, su divinidad.

Podríamos ha una pregunta más en todo esto: ¿por qué Dios hace esto? El no tiene que hacerlo. Se humilla a sí mismo para entrar en nuestra humanidad libremente, por amor—amor por ti y por mi. Los invito a todos a reflexionar sobre este misterio del amor ilimitado de Dios durante esta temporada Navideña. Tomemos el tiempo para reflexionar sobre la tranquila serenidad de la escena del Pesebre: José y María en adoración del recién nacido Jesús. Esta escena nos habla profundamente de la presencia silenciosa de Dios, pero profunda presencia en el mundo, y si le permitimos entrar en nuestras vidas.

En esta temporada de Navidad, oro para que el misterio sagrado del nacimiento de Jesús penetre en nuestras vidas, nuestras familias, nuestras relaciones, nuestro trabajo y actividad, para que podamos conocer el poder de la Encarnación que siempre funciona dentro de nosotros—transformandonos, sanándonos, elevándonos a la comunión con un Dios que nos ama más allá de nuestra imaginación.

Tenga la seguridad de mis oraciones diarias para usted, especialmente en esta temporada  Navideña.

Obispo Oscar Cantú